La actividad física es importante para todos los niños, y los niños crónicamente enfermos no son una excepción. El ejercicio apropiado puede mejorar la calidad de vida de su hijo e incluso minimizar algunos de los síntomas de la enfermedad crónica.[1] Trabaje con el proveedor de atención médica de su hijo y otros profesionales para establecer una rutina de ejercicios que satisfaga las necesidades de su niño. Ayude a su niño a hacer ejercicios según lo recomendado por su pediatra, y encuentre maneras de hacer que la experiencia sea divertida y gratificante para usted y su hijo.

Método uno de cuatro:
Desarrollar un plan con profesionales de la salud

  1. 1 Haga una cita con el pediatra de su hijo. El médico de su niño puede ayudarlo a comprender las necesidades, fortalezas y limitaciones de su niño. También pueden recomendar ejercicios básicos que sean seguros y apropiados para la edad, el estado físico y la salud general de su hijo. Informe al médico sobre el historial de salud de su niño, los síntomas actuales y cualquier medicamento que esté tomando.
    • Dependiendo de la condición de su hijo, su pediatra puede recomendar medicamentos para ayudar a que la actividad física sea más fácil y segura. Por ejemplo, pueden recetar un corticosteroide inhalado (como Flovent) para un niño pequeño con asma.[2]
  2. 2 Lleve a su niño a un fisioterapeuta. Los fisioterapeutas pediátricos pueden ayudarlo a desarrollar rutinas de ejercicios diseñadas para abordar las necesidades específicas de su niño (por ejemplo, mejorar el rango de movimiento o desarrollar el tono muscular). Pídale a su médico que le recomiende un fisioterapeuta pediátrico con experiencia en el trabajo con niños pequeños que tienen la condición específica de su hijo.[3]
    • Lleve cualquier registro de salud relevante a la primera cita de fisioterapia de su hijo. El fisioterapeuta puede consultar directamente con su pediatra y con cualquier proveedor de cuidado infantil profesional.
    • El fisioterapeuta puede recomendarle sesiones regulares de ejercicios en su oficina, así como también ejercicios que puede hacer con su hijo en casa.
  3. 3 Discuta las necesidades de ejercicio de su hijo con el personal de la escuela, si corresponde. Si su niño va a la escuela o a la guardería, los maestros o el personal pueden ayudar a su niño a hacer ejercicio de manera segura. Bríndeles información detallada sobre las instrucciones del pediatra o fisioterapeuta de su hijo. Hágales saber si su hijo necesita medicamentos para controlar alguno de sus síntomas.
    • Si la escuela de su hijo ofrece Planes de Educación Individual (IEP) para niños con necesidades especiales, investigue cómo inscribir a su hijo. El equipo IEP de su niño incluirá especialistas que pueden ayudar a facilitar la actividad física segura y apropiada para su hijo.
  4. 4 Siga las instrucciones del equipo de atención médica de su hijo para el ejercicio en casa. El médico o fisioterapeuta de su hijo puede proporcionar instrucciones especiales para ayudar a su hijo a realizar ejercicios en el hogar de manera segura. Estos pueden incluir pautas sobre cómo hacer ejercicios específicos y también cuándo y con qué frecuencia su hijo necesita hacer ejercicio.
    • Si tiene alguna pregunta sobre el programa de ejercicios de su niño o sobre su salud en general, comuníquese con su médico o terapeuta.
    • Haga un seguimiento con el médico de su hijo, fisioterapeuta u otros especialistas según lo recomendado para evaluar el progreso de su hijo y ajustar su rutina de ejercicios, si es necesario.
    • Dependiendo de la condición de su hijo, su pediatra o fisioterapeuta puede recomendar que su hijo haga ejercicio solo cuando sus síntomas sean mínimos.[4]

Método dos de cuatro:
Estableciendo Metas de Ejercicio Adecuadas

  1. 1 Intente hacer 30 minutos de ejercicio estructurado cada día. Esta es la cantidad de ejercicio organizado que los pediatras recomiendan para la mayoría de los niños de 1 a 3 años, incluidos los niños con enfermedades crónicas. Hable con el médico o fisioterapeuta de su hijo para determinar si esta cantidad de ejercicio es segura y apropiada para su hijo.[5]
    • Intente que su niño haga ejercicio a una hora del día cuando se sienta bien descansado y sus síntomas sean mínimos.
    • Si su niño pequeño no puede hacer ejercicio durante 30 minutos a la vez, considere dividirlo en períodos más cortos de ejercicio durante todo el día (por ejemplo, 2 sesiones de ejercicio de 15 minutos o 3 sesiones de 10 minutos).
  2. 2 Anime a su niño a pasar al menos 60 minutos en el juego libre todos los días. Los pediatras recomiendan que los niños de 1 a 3 años tengan actividad física no estructurada durante al menos una hora diaria. Esto podría ser tan simple como dejar que su niño corra por el patio o encender música y alentarlos a bailar.[6]
    • Pregúntele al médico o fisioterapeuta de su hijo qué cantidad de actividad física no estructurada es apropiada para su hijo.
  3. 3 Aumente gradualmente la cantidad y la intensidad del ejercicio. Le tomará tiempo a su niño desarrollar fuerza y ​​confianza a medida que se adapta a su rutina de ejercicios. Hable con el médico o fisioterapeuta de su hijo sobre la mejor manera de facilitarle a su hijo las nuevas actividades físicas.[7]
  4. 4 Deje que su niño tome descansos frecuentes durante el ejercicio. Los niños con enfermedades crónicas a menudo se fatigan más rápidamente que otros niños. Su hijo también puede ser propenso al dolor o la incomodidad durante las actividades físicas. Si su hijo se siente cansado, estresado o irritable durante una sesión de ejercicio, o si sus síntomas comienzan a arder, deje de hacer lo que está haciendo y vuelva a intentarlo más tarde.
    • Además de minimizar el estrés en el cuerpo de su hijo, tomar descansos apropiados ayudará a mantener la experiencia de ejercicio positiva para su hijo.

Método tres de cuatro:
Hacer ejercicios con su niño pequeño

  1. 1 Desarrolle la flexibilidad de su niño con estiramientos. La mayoría de los niños con enfermedades crónicas se benefician de los estiramientos, que pueden mejorar el rango de movimiento y reducir el riesgo de lesiones durante el ejercicio.[8] Hable con el pediatra o el fisioterapeuta de su hijo sobre estiramientos y ejercicios de rango de movimiento apropiados para su hijo. Dependiendo de la condición, la edad y las capacidades de su niño pequeño, puede intentar:
    • Ejercicios de rango de movimiento asistido, como doblar y enderezar suavemente las articulaciones principales de su niño (incluidas las rodillas, las caderas, los codos y los hombros) 2 veces al día.
    • Estiramientos sencillos y guiados, en los que se alienta al niño a hacer movimientos específicos. Por ejemplo, "¡toca el cielo! ¡Ahora toca tus pies! "
    • Posturas básicas de yoga favorables a los niños, como el perro hacia abajo, el árbol, el bebé feliz y la postura del niño.[9]
  2. 2 Haga que su niño haga actividades simples de fortalecimiento de la fuerza. Pídale al médico o fisioterapeuta de su hijo que le recomiende ejercicios que aumenten la fuerza y ​​la resistencia muscular.[10] Para un niño pequeño, esto probablemente no involucrará un entrenamiento de fuerza formal (como levantar pesas o usar bandas de resistencia).[11] Sin embargo, su niño puede comenzar a desarrollar su fuerza y ​​coordinación realizando actividades simples como:
    • Rebotar un globo de una mano a la otra.[12]
    • Recoger y transportar objetos ligeros. Por ejemplo, puede pedirle a su niño que recoja una lata de sopa y la lleve a la habitación.
    • Ejercicios simples de resistencia de peso corporal, como lagartijas o paseos de animales.[13]
  3. 3 Aumente las habilidades motoras básicas de su niño con movimientos enfocados. Hay una variedad de ejercicios que puede hacer para ayudar a su niño a desarrollar habilidades como el equilibrio y la coordinación. Pregúntele al pediatra o fisioterapeuta de su hijo las recomendaciones específicas. También puede probar ejercicios simples como:[14]
    • Parado en un pie
    • Atrapando o lanzando una pelota.
    • Pateando una pelota.
    • Golpear un objeto con la mano u otro objeto (por ejemplo, puede suspender un globo del techo y hacer que el niño lo golpee con la mano o un matamoscas).
    • Saltando, saltando y marchando.
    • Moverse deliberadamente de un lugar designado a otro (por ejemplo, haga que el niño haga una "cuerda floja" a lo largo de una línea marcada en el piso o suelo).
  4. 4 Pregúntele al médico de su niño sobre ejercicios cardiovasculares y de alto impacto. Muchos niños con enfermedades crónicas pueden beneficiarse con ejercicios de intensidad relativamente alta que fortalecen el corazón, los pulmones, los músculos y las articulaciones. Estos pueden incluir actividades como correr, saltar o andar en triciclo. Hable con el pediatra o fisioterapeuta de su hijo sobre si estas actividades son seguras o apropiadas para su hijo.[15]
    • Por ejemplo, los niños con fibrosis quística pueden beneficiarse de los ejercicios de cardio que fortalecen los pulmones y aumentan la frecuencia cardíaca, como correr o nadar. Sin embargo, estos ejercicios solo deben realizarse cuando los síntomas del niño están controlados.
  5. 5 Pruebe los ejercicios a base de agua si su niño tiene problemas en las articulaciones. La natación y otras actividades basadas en el agua pueden ser especialmente útiles para los niños que tienen problemas con el dolor en las articulaciones o que no pueden realizar actividades de alto impacto. El ejercicio acuático también es menos probable que desencadene ataques de asma que otras formas de ejercicio. Pídale al pediatra o fisioterapeuta de su hijo que le recomiende ejercicios basados ​​en agua para su niño pequeño.[16] También puede probar algunas actividades simples por su cuenta:[17]
    • Mantenga a su niño en el agua y anímelos a patear sus piernas.
    • Voltee las tazas boca abajo para que el aire quede atrapado dentro de ellas y pídale a su niño que empuje las tazas debajo del agua.
    • Suelte los patitos de goma u otros juguetes flotantes en el extremo poco profundo de la piscina y pídale a su niño que camine en el agua y los "atrape".
    • Siempre supervise de cerca a su niño durante las actividades de la piscina, y manténgalos siempre al alcance de la mano.

Método cuatro de cuatro:
Hacer que el ejercicio sea divertido para su niño pequeño

  1. 1 Incorpore el ejercicio en su rutina diaria de juego. Todos los niños pequeños se benefician de tener rutinas regulares. Reserve 1 o más horas específicas cada día cuando usted y su niño participen en el juego activo juntos.[18] Use parte de ese tiempo para guiar a su niño a través de algunos ejercicios divertidos y estructurados.
    • Actúe entusiasmado por hacer ejercicio con su niño: deben sentirse como parte de su tiempo de juego, no como una tarea rutinaria.
    • Por ejemplo, para que su niño salte, puede decir: "¡Ahora pretendamos ser conejitos! ¡Vamos a buscar esas zanahorias! "
  2. 2 Baila con tu niño pequeño. Bailar es una gran manera de alentar el movimiento y la coordinación de la construcción. Ponga música animada y deje que su niño baile al estilo libre, o demuestre unos movimientos de baile simples y trate de hacer que sigan su ejemplo.
  3. 3 Juegue juegos que incorporen actividad física. Los juegos como Simon Says, la etiqueta, las carreras de relevos y el escondite son formas divertidas de hacer que tu niño se mueva y desarrolle la coordinación. También puede hacer sus propios juegos que funcionan con las fortalezas y limitaciones especiales de su niño.
  4. 4 Deje que su niño juegue afuera. Si su niño pequeño se siente lo suficientemente bien, sáquelo y anímelo a moverse, explorar y jugar libremente. El juego al aire libre en espacios públicos, como parques y áreas de juego, también puede brindar oportunidades de socialización con otros niños.
    • Si su niño pequeño está demasiado enfermo para hacer mucho jugando solo, puede ayudarlos empujándolos en un columpio, bajando toboganes con ellos y guiándolos a lo largo de barras de mono.
  5. 5 Elogie a su niño cuando hacen ejercicio. Ayude a su niño a sentirse más positivo sobre el ejercicio al ofrecer muchos elogios verbales y un lenguaje corporal positivo. Hágales saber que está orgulloso de sus esfuerzos y logros, incluso si es algo tan simple como tocarse los dedos de los pies cuando se lo pida.
    • Aplaudir y animar a su niño mientras hacen actividades y ejercicios.Diga cosas como, "¡Sí! ¡Te estás volviendo tan bueno arrojando esa pelota! "O" ¡Puedes hacerlo! "